Un chico hipoacúsico de 10 años fue atacado por 5 compañeros en una escuela pública de Neuquén. Le pegaron patadas en el abdomen y el ojo, donde sufrió lesiones oculares y hasta una disminución en la vista.
El ataque se produjo justo después del recreo, en la escuela primaria Número 180 del barrio de Belgrano, en el centro de la ciudad de Neuquén. El chico estaba esperando a un amigo en la puerta del aula cuando uno de los atacantes lo empujó y otro lo golpeó en la espalda y lo tiró al piso..
Los chicos lo patearon en el abdomen y en la cabeza, mientras la víctima se tapaba los oídos para proteger sus audífonos, que le garantizan el 50 por ciento de su audición. En seguida, el chico fue llevado por su madre a la guardia de un hospital Neuquén, donde los médicos no detectaron heridas de gravedad. según publicó el diario Clarín.
Hace mucho que no me angustiaba tanto al leer una nota. Recordé, de inmediato, los temores que sentía en la primaria con mis anteojos culo de botella. A menudo sufría pesadillas y convivía con un miedo paralizante de perder los anteojos o que mis compañeros me los destruyan por diversión. Era una relación enfermiza, sabia que con ellos potenciaba mi fealdad, pero sin ellos me sentía excluido del mundo.
Quizás, al pibe le pasó lo mismo. De manera inconciente, cuando uno esta en peligro, lo primero que hace es taparse la cara y en especial los ojos. Él, prefirió defender sus audífonos y por ello perdió parte de la vista. Ese simple acto de defensa, esa respuesta ante la agresión sería en una película la escena que te describe en su totalidad a un personaje. Y fue esa imagen, ese instante lo que me angustió, la historia de un pibe que perdió parte de la vista, para no perder por completo la audición.
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