El entonces Primer Ministro de Gran Bretania Winston Churchill, mantenía una discusión con una diputada en el parlamento Ingles. Ésta quiso terminar la conversación abruptamente y le dijo al primer ministro.
-¿Ésta usted borracho?, señor Churchill.-
Éste la miró y de inmediato respondió con mucha tranquilidad.
-Es posible, señora, pero mañana por la mañana volveré a estar sobrio. Usted, en cambio, seguirá siendo igual de fea.
Los cronistas cuentan que el parlamento estalló en una carcajada. Hoy pasaría lo mismo, aunque mucho criticarían en público la respuesta de Churchill y en privado festejarían la ocurrencia.
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