miércoles, 20 de febrero de 2008

La historia de Josefina

Quiero compartir con ustedes una historia que me emocionó. Mucho.

Josefina tiene 21 años y hace unos días me envió un mail relatando lo que reproduzco a continuación y con su permiso.

”Desde chiquita fui "la gordita líder" siempre simpática con muchos amigos, pero sufrí las burlas de todos: "ñoña", "gorda pedorra", "gorda fofa", "obesa" o simplemente "gorda". Alrededor de los 12 años tuve que hacer dieta por problemas de salud y para subir un poco la autoestima porque las burlas eran cada vez más fuertes. Me acuerdo que odiaba educación física. El primer día de clases la profesora nos pesaba y todos esperaban el momento en que me pesaran a mí. Me tuvieron que cambiar de colegio por esa profesora que para pesarme decía: "bueno dejamos para el último a la más obesa de todas para que nos ríamos un poco de ella". En ese momento me acuerdo que salí llorando en busca de mi mamá, también docente, que me cambió de colegio. La que en ese momento fue mi profesora después de muchas denuncias recién el año pasado la obligaron a dejar el puesto. Además de los insultos de la profesora me acuerdo que en vez de hacerme correr 10 minutos como a todas, a mí y a las gorditas nos hacían correr el doble. Todo por "gordas". Pero lo peor es que lo hacíamos a las 14hs recién comidas o sin comer y la mayoría alguna vez sufrió desmayos. Con la dieta logré bajar 15 kilos. Obviamente faltaba mucho por bajar y los fui bajando de a poco. A los 17 me puse de novia, fue una relación bastante tormentosa, que recién llegó a su fin hace pocos meses. En ese trayecto, en medio de mis depresiones, subí cerca de 15 kilos, empecé nutricionista y hasta el día de hoy voy bajando 12 kilos. Siempre como toda mujer sufrimos ese "subir y bajar de peso". Con el espejo trato de manejarme, esa soy yo y el que me quiera que me quiera como soy, tengo la suerte de tener amigas/os que me ayudan mucho con esto, pero como todo el mundo hay días que nos vemos horribles y no queremos salir de casa.”

Hoy, Jose no se olvida de su pasado, pero tiene la voluntad de un guerrero para salir adelante. Yo estoy seguro que pronto lo hará. Si algo me alegra de esta historia, es que hayan suspendido a la docente, perdón, a la torturadora. La semana que viene publicaré, si es que Jose me lo permite, otro de sus mails que tanto me conmovieron.

Tengo la fortuna de recibir, todos los días, correos de personas que no conozco y que me relatan sus historias. Recién cuando el día se está escapando me animó a leer los mails y responder. Siempre me emociono, no lo puedo evitar. Muchas veces no sé qué responder y otras, pienso que mi respuesta, quizá, no sea suficiente. Ojalá pudiera y supiera hacer más.

domingo, 10 de febrero de 2008

¡FEO! en el Financial times

El Financial Times es uno de los diarios más prestigiosos del mundo y se edita en Gran Bretaña.

(como todo loser, los conocimientos de idiomas no alcanzan para traducir, entonces, va en su lengua original.)

First Person: Gonzalo Otálora

As told to Jude Webber

Published: February 9 2008 00:31 | Last updated: February 9 2008 00:31

I was the ugly one at school – the kid with the Coke-bottle glasses, the spots, the braces. I got picked on all the time. I was treated not just as ugly, but as an idiot. Instead of learning maths, I learned to despise myself.

My parents – I got the worst of both of them in the looks department – didn’t really know how I was being treated at school. They couldn’t understand why my grades kept going down and why I was a troublemaker. They sent me to all sorts of psychologists. I thought of killing myself – I could imagine myself at home, with the knife in my hand.

Going out with girls was torture – I had to make hundreds of phone calls just to get a date and the goal was to try not to get dumped on the street corner as soon as they saw me. By then, I’d worked out that at school the best reaction was to be funny about it so that I wouldn’t get teased. I became quite a character.

But I was suffering from “aesthetic anorexia”. I ignored my dentist and got rid of my braces and spent a fortune on glasses with lenses that didn’t look too thick. I had laser surgery on my eyes – I didn’t care that it was earlier than recommended. I had hair implants. I was thinking about other surgical procedures like another implant and liposuction.

I tried all kinds of diets, I spent hours at the gym. I was a total slave to the mirror – it was utter aesthetic desperation. I was trying to turn into a prince from a sad, ugly frog, but I still felt sad and ugly.

I decided to write a book about my experiences of being visually unappealing in Argentina, a country with the most beautiful women in the world. I called it Ugly. It was great therapy. There aren’t any other books about what it’s like to be ugly and not turn into a swan. I think an ugly duckling has to be happy to be ugly.

I realised ideal beauty is a racket. It doesn’t exist. Most people can’t spend the four or five hours a day in the gym that you need to have a perfect body, and starving yourself in a country where food is plentiful is a kind of ostentation. It’s perverse.

I even said that there should be a tax on beautiful people to subsidise us ugly ones. The government ignored me, of course, but this month I’m meeting people from the education ministry to talk about devising some anti-bullying material to use in classrooms. Because of my book, teenagers confide things to me that they can’t tell anyone else, so I want to use this and do something positive to help build ugly kids’ self-esteem.

In my case, I transplanted all the insecurities I’d had at school into the world of work and I wasted 10 years. I’m trying to get over it. I’m 31 now. I went from being a loser with women to being a Don Juan while I was writing the book – I became an expert at picking up women in the street, but they were all one-night stands.

I’ve still only had one girlfriend in my life. Women used to give me the brush-off. Now they know me as “the ugly one”. But lots of women are afraid of going out with me because they think I’m writing another book and they’ll be in it. But things can’t change until people do, and we can all stop relying on the mirror – especially the girls.

sábado, 9 de febrero de 2008

Los celosos

Quiero recomendarles un cuento de Silvina Ocampo. “Los celosos” es la historia de una mujer que finge hermosura las 24 horas. Engaña al marido con admirable éxito en un sin fin de artimañas que purgará con dolor. Una obsesión nutrida de conflictos hasta llegar a un final digno de Silvina Ocampo. Vale la pena leerlo.

www.feosexual.com

martes, 5 de febrero de 2008

No hubo coincidencia

El agente de migraciones observaba a la mujer con el sello de “rechazado” en la mano. La mujer, de unos 50 años con aspiraciones a permanecer en los 30, comprendía los motivos que le paralizaban sus vacaciones en Cuba: en el pasaporte parecía otra persona.

La enumeración de sus refacciones físicas sirvió de poco ante un agente incrédulo. La señora fue sometida a una especie de rueda de reconocimiento. Oficiales cubanos de distintos rangos, tomaban el pasaporte y discutían las diferencias entre la foto y el rostro de la señora, como si se tratase de aquel jueguito de las 7 diferencias del diario Crónica. No le fue bien a la mujer. Había muchas diferencias. En calidad de sospechosa, tuvo que extender su mano para someterse al detector de huellas dactilares para así confirmar su identidad.

Mi turno había llegado. El oficial me pidió que me quitara la gorra, los anteojos y que levantara el mentón, como aparecía en la foto. Me miró fijo, quizás disfrutando el momento, tomó un sello, lo apoyo en el pasaporte y me dijo:

-Bienvenido a Cuba. Que pase unas ricas vacaciones.-

Mientras tanto, rodeada por 3 militares, la mujer lloraba las primeras miserias de su retoque estético.