-Las gordas y feas pagan, y los villeros no entran. Tamos.
-¿Y eso quién lo decide?
-Vos, nena. Para que te contrato como recepcionista.
En un importante restaurant de Recoleta, conocido por sus locos motivos futboleros, le ordenan a las recepcionistas a discriminar para mantener el status del local.
Si alguna vez ellas le pifian al parámetro estético o social, inmediatamente son apercibidas con un reto.
-¡Te dije que villeros no!
La belleza y el estatus pertenecen a la misma familia de la admisión o la exclusión
Entiendo que un comercio este amparado legalmente para prohibir el ingreso de un borracho o de un violento, pero ése derecho de admisión también puede entenderse como una libertad legal para discriminar. No estaría mal iniciar una campaña para acotar los motivos de la “admisión”.
Recuerdo que en mi adolescencia, cuando llegábamos a un boliche, entrábamos en tanto viéramos que en la cola hubiera chicas atractivas. Y un poco de eso hay. La actitud del restaurant, desde luego reprochable, no es más que una conducta consecuente con la realidad. ¿Servirá de algo regular el derecho de admisión en una sociedad que para SER hay que TENER (belleza, dinero, estatus o apellido)?
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