viernes, 23 de noviembre de 2007

El autor de ¡Feo! defiende a Jorge Lafauci

Gonzalo Otálora, autor del libro ¡Feo!, asegura que Jorge Lafauci no tiene que pedir perdón por haber calificado de feos a los mexicanos. Tal vez los mexicanos sean los más feos para el ideal estético imperante enel mundo, pero eso no constituye un insulto. Porque ni la belleza es una virtud ni la fealdad es una deshonra.
¡Feo! es un libro que ya va por su segunda edición en Argentina y camino a agotarse en Uruguay, a un mes de su lanzamiento. ¡Feo! cuenta la historia real de Gonzalo Otálora, quien dice haber sufrido las cargadas de sus compañeros de colegio por sus anteojos culo de botella, granos y aparatos, y cómo era rechazado por las mujeres y menospreciado en sus primeros trabajos.
El libro contó con una original estrategia de difusión, pidiéndole al Presidente de la Nación Argentina un impuesto a la belleza y un subsidio a los feos, y recorrió todos los medios televisivos, radiales y gráficos de la Argentina exponiendo sus teorías. Verdadero fenómeno mundial, ¡Feo! suscitó notas en medios de comunicación de Estados Unidos, Gran Bretaña, Israel, Costa Rica, Chile, Colombia, España y Uruguay.

Dice Gonzalo Otálora:

Jorge Lafauci no tiene que pedir perdón por haber dicho que los mexicanos son las personas más feas del mundo y que la gente linda sólo está en la televisión. Incluso, hasta me animo a decir sin haber estado allí que Lafauci algo de razón tiene: quizás los mexicanos son “los más feos del mundo” en virtud del ideal estético de extrema delgadez que se ha instalado en el mundo.Y si fuera así, ¿acaso importa?
Ofenderse o calificar de racista la opinión de Lafauci es confirmar la vigencia de la tortura psicológica que imprime el inescrupuloso mercado de labelleza ideal. Hay que decirlo: ni la belleza es una virtud, ni la fealdad una deshonra, sencillamente no existen.
Todos tenemos cuerpos, talles, pesos yformas diferentes que el marketing estético intenta estandarizar para que la mayoría se sienta fea y compre los productos milagrosos que prometen aquellas figuras que aparecen en los medios de comunicación. En ese sentido, Lafauci también tiene razón: la gente linda generalmente está en la tele. Si Cristian Castro hubiera dicho que las argentinas son las más feas del mundo, se hubiera armado el mismo o peor escándalo que en México.
El estereotipo de belleza predominante, y que quizás la mayoría de los mexicanos como tantas personas en el mundo no poseen, genera una angustia innecesaria que muchas veces llega a trastornos alimenticios, y también a la muerte.
Si uno vive pendiente de la mirada de los otros y nos observamos con mirada prejuiciosa frente el espejo, desde luego que ser calificado de feo termina siendo un tormento. Y algo de autoridad en la materia tengo: durante 29 añoslo peor que me podía pasar en la vida era que me dijeran ¡feo!; me deprimía y comenzaba esa carrera desesperada por alcanzar la perfección física. Por sentirme horrible caí víctima de las dietas inescrupulosas, la visita compulsiva al gimnasio y la cirugía estética. Creía que si alcanzaba la belleza sería feliz y me di cuenta que la belleza ideal es una estafa. Cuando dejé de juzgarme frente al espejo, empecé a quererme. Desde ese día soy feliz.
Lafauci, usted no tiene que arrepentirse de nada, porque lo suyo no fue una ofensa ni mucho menos un acto racista. Lamentablemente este episodio demuestra que en México, como en América Latina toda, el peor de los insultos es precisamente el estético. Si no existiera la estafa de la belleza ideal, nadie se hubiera ofendido por una simple opinión. ¡Basta de mentiras!, terminemos con la presión de ser todos perfectos, igualitos y someternos a los dictados de la dictadura de la belleza. Y si los hermanos mexicanos son los más feos del mundo para el ideal estético, entonces, son libres.

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