sábado, 29 de marzo de 2008

El peligroso sueño de una niña.

Cada vez que le pregunto a un niño que desea ser cuándo sea grande, las respuestas son más o menos las mismas: abogado, médico, futbolista, cantante o actriz. Hoy me llevé varias sorpresas.

Una niña de 7 años, cuando le preguntaron sobre su futuro, aseguró inmediatamente:

-Ser linda. Eso me gustaría ser cuando sea grande.

-¿Y si fueras fea?

-Ayyy, no. ¡Éso nunca!

La nena tenía 7 años ¡y su sueño era ser linda!

Durante toda la tarde estuve grabando una entrevista con la cadena de noticias árabe Al Jazeera, algo así como la CNN, y el cierre de la nota fue en la casa de barbie. Tuvieron que venir ellos para enterarme que en argentina hay un nefasto local dedicado a todos los productos de esa muñeca anoréxica. Y fue allí, en el salón de maquillaje, donde la niña nos reveló su anhelo de belleza. Al escucharla, pensé: “Lógico, si está en la casa de barbie, qué otro sueño podría tener. Espero que su aspiración no se convierta en desórdenes alimentarios”

Al rato, nos fuimos a recorrer el local. Mientras observaba a esas irreales muñecas, me volvió a la mente una vieja idea que transformé en propuesta cuando la periodista de Al Jazeera me preguntó qué me parecía el local: ¡PARA CUANDO LA PENA DE MUERTE A LAS BARBIES!

www.feosexual.com

Derecho para discriminar

-Las gordas y feas pagan, y los villeros no entran. Tamos.

-¿Y eso quién lo decide?

-Vos, nena. Para que te contrato como recepcionista.

En un importante restaurant de Recoleta, conocido por sus locos motivos futboleros, le ordenan a las recepcionistas a discriminar para mantener el status del local.

Si alguna vez ellas le pifian al parámetro estético o social, inmediatamente son apercibidas con un reto.

-¡Te dije que villeros no!

La belleza y el estatus pertenecen a la misma familia de la admisión o la exclusión

Entiendo que un comercio este amparado legalmente para prohibir el ingreso de un borracho o de un violento, pero ése derecho de admisión también puede entenderse como una libertad legal para discriminar. No estaría mal iniciar una campaña para acotar los motivos de la “admisión”.

Recuerdo que en mi adolescencia, cuando llegábamos a un boliche, entrábamos en tanto viéramos que en la cola hubiera chicas atractivas. Y un poco de eso hay. La actitud del restaurant, desde luego reprochable, no es más que una conducta consecuente con la realidad. ¿Servirá de algo regular el derecho de admisión en una sociedad que para SER hay que TENER (belleza, dinero, estatus o apellido)?

sábado, 22 de marzo de 2008

Ser distinto

Uno de los rasgos de mi personalidad que celebro con entusiasmo es buscar la diferencia, ser distinto. Me di cuenta que ésta característica es adquirida y no heredada. Cuando me cargaban en la infancia o pasaba inadvertido, llamaba la atención para escaparle al dolor. Por eso siempre intento hacer algo nuevo a lo que existe, aunque los resultados sean nefastos.

En estos días estoy planificando algunas presentaciones en la feria del libro y todo lo que se me ocurre irrumpe desde ese lugar de “hacer algo distinto”. Y esto feliz que así sea.

Poco a poco voy encontrándole rasgos positivos a mis padecimientos, aunque sigo pensando que no era necesario tanto dolor para aprender.

domingo, 16 de marzo de 2008

El incesto, la alergia y fealdad.

Quien tenga alergia al polvo lo sabe bien. Los ácaros son unos bichos de mierda. Se alimentan de las escamas de la piel que perdemos a diario y salvo cuidados intensivos en el hogar, estamos condenados a padecerlos. A esas mierdas le damos techo y comida y nos pagan con alergia y pecado.

Los ácaros son pervertidos. Según la revista Muy Interesante, el macho se aparea con sus hermanos cuando está aún dentro del seno materno, para garantizar la perpetuación de los genes.

Menos mal que ésto lo sabemos ahora. Hace 500 años la Inquisición hubiera tenido, además de mi aspecto embrujado, otro motivo para llevarme con placer a la hoguera: cómplice del incesto.

domingo, 9 de marzo de 2008

Cansado de las burlas, se suicidó.

José Luis Choque Quibio estaba a pocas horas de cumplir 23 años. Imprevistamente para su familia, decidió suspender los festejos y canjearlos por un cortejo fúnebre. Se ahorcó con una soga porque no soportaba las burlas.

Explicó en una carta que vivía acosado por su fealdad (tenía una malformación física en el mentón) y que ello le impedía relacionarse con normalidad. Pidió que no culpen a nadie de su muerte.

A los 12 años también pensaba en suicidarme. Tuve la valentía de arrepentirme y enfrentar mi destino antiestético. José Luis no pudo, no quiso, no lo dejaron, o no lo ayudaron. Qué no se repita.

domingo, 2 de marzo de 2008

La historia de Josefina, segunda parte

Josefina vive en Salta y me escribió para contarme su conmovedora historia. Ésta es la segunda parte de su relato que, lamentablemente, es cada día más común. Lo único que cambia son los protagonistas y los episodios. Lo que se repite es la miseria humana.

“Me cambié de colegio a las 12 años. Hoy ya tengo 21 pero todo el dolor que me causaron esas burlas creo que hasta el día de hoy las cargo. Son palabras dolorosas, hirientes que no se olvidan y hasta el día de hoy me siento humillada.
Con mi ex novio pasó lo mismo. En los últimos meses de noviazgo me decía:

"gorda no comas no ves que sos horrible"

"mira a tu prima de linda que es y yo con vos no se que hago, sos un asco"

"deja de hacer dietas seguís siendo horrible"

Yo sé que el es un chico bueno, todavía no sé por qué me dijo esas cosas y lo peor delante de sus amigos. Pero estoy segura que lo hizo drogado. En fin, tuve las fuerzas para de decir basta, pero son cosas que uno nunca olvida, que te marca para toda la vida.
Me acuerdo una vez que fui a una boutique donde venden ropa de una marca bastante reconocida, entro y empiezo a mirar ropa con mi mama y mi hermana. Saco una remerita para probarme (creo que yo tenia 10 años) y se acerca la encargada y le dice a mi mama que ahí vendían ropa para chicas normales, y yo inocente le dije no soy discapacitada, ella contesto: "pero sos muy gorda, es lo mismo".
O una vez que en Cafayate abrieron un parque de diversión, es un pueblo chiquito ahora, imaginate 12 años antes. Era toda una alegría para los niños, con mis amiguitos habíamos organizado ir todos juntos con la mama de uno de ellos.
Estaba tan entusiasmada, tan contenta, pero como a toda gorda siempre se nos arruina la alegría con algo.
Había llegado el momento después de hacer tanta cola mis amigos. Iban pasando uno por uno al pelotero inflable, de esos todos cerrados, este tenía forma de una vaquita de san antonio. Yo estaba feliz, ya quería entrar y poder hacer piruetas y saltar como una chica normal. Cuando llego mi turno, yo estaba de la mano de la mama de mi amigo, me vieron y me dijeron" no podes entrar". La mama de mi amigo pregunto ¿por qué? y le dijeron por que es gorda: "Esperemos que salgan todos tus amigos y entras vos sola" y vemos si no se revienta, si se revienta salís y sino te quedas 5 minutos antes de que eso pase. Yo lloraba desconsolada, la mamá de mi amigo fue a hablar con el dueño del parque y obviamente no hubo solución. No pude disfrutar de subir al pelotero inflable con mis amigos ni sola, porque las burlas y la discriminación siempre interrumpían.
Reconozco que también hubo mucha gente buena que me defendía. Mis amigos cuando vieron que yo no entre salieron todos del pelotero y nos fuimos a jugar a las escondidas.”