viernes, 30 de julio de 2010

Taller 1

Uno de los mejores libros que leí en mi vida fue "El señor de los venenos" de Enrique Symns. Cuando me enteré que estaba dictando un curso de narrativa a 4 cuadras de casa, me anoté. Éste es el primero de los ejercicios que pidió. Cuando me haga la devolución, volveré a publicar el texto, pero con los cambios y sugerencias del taller. Por alguna razón que entenderán, este texto tiene que ver con la fealdad, pero no exactamente física

Ella

La dejé morir antes que muera. Recuerdo el día. Hacía 1 año me había mudado e iba a lo de mama los sábados y domingos a comer. Ese sábado, el que la dejé morir, entré gritando por ella y no contestó. Pensé que mi hermana la había sacado a pasear, pero estaba sentadita, hecha un ovillo con una mirada de tristeza que nunca le conocí. La acaricié un rato, le pregunté que le pasaba, pero no había en ella mucho más que vejez. A los seis meses le diagnosticaron cáncer y debatimos en la familia si debíamos operarla o no. Los médicos alertaron que las chances eran mínimas. mi hermana igual tomó la decisión. Recuerdo que se pasó 4 días y 4 noches abrazada a ella para que ningún movimiento brusco le abriera los puntos. Por mucho tiempo me pregunté si yo hubiera sido capaz de semejante acto de amor. Se recuperó, pero desde entonces se la pasó acostada en el sillón y ladrando ya sin causar amenaza alguna, hasta que llegó un nuevo diagnostico.

Mi hermana prefirió no estar. Nos ocupamos con mi mama. Me senté a su lado, la acaricié con la misma ternura del pasado. Amagué tomarla en mis brazos esperando el tarascón de siempre pero ella se despidió de mi con esa pasividad que yo entendí como un acto de indulgencia, o tal vez un reproche que en palabras sería algo así “Por qué no lo hiciste antes”. Caminamos los tres en silencio por Lavalle, nos cuenta un vecino que nos salvamos por unos metros de un choque entre dos colectivos que alborotó el barrio. Ninguno de los tres se dio cuenta. Cuando llegamos, mama me tomó del brazo y antes de entrar me dijo.

-¿va a sufrir?

-Mami, ya sufrió demasiado.

La dejamos, cada uno se despidió a su manera, pero sentí que para mama era mucho más de lo que mis hermanos y yo imaginábamos.

-Te voy a extrañar…eras mi compañera.

Nos dimos vuelta y antes de cerrar la puerta y volver, escuchamos un grito. Mama se detuvo.

-No era ella, ¿no?-

-No mami, así no gritaba Nati.

Fue, quizá, el tiempo verbal el comienzo del duelo. Regresamos en silencio, tomados del brazo como si los dos fuéramos una carroza fúnebre caminando por esa triste calle Lavalle bajo una pequeña garúa que me hizo pensar por un momento que el asfalto también lloraba a Nati.

En la esquina de Jean Jaures, había varios medios, gente por todos lados, ambulancias y patrulleros. Mama y yo, nos enteramos que pasamos por ahí, cuando al otro día nos vimos en la tele.

No hay comentarios: